Consejos para que tu factura no se dispare por culpa del aire acondicionado

Cuando llega la ola de calor y ni siquiera la sombra se convierte en un alivio, la única manera que vemos para estar mas frescos es tomar unas vacaciones o refujiarse bajo el aire acondicionado. Estos últimos deben tener cuidado si no quieren ver sus bolsillos machacados por la factura eléctrica. Elegir el dispositivo adecuado y cambiar ligeramente nuestros hábitos, entre otras cosas, pueden ayudarnos a sobrevivir a los meses más cálidos sin declararnos en bancarrota.

1. Elige el equipo más adecuado

Comprar el equipo más potente o el más barato no se traduce siempre en la mejor elección. Una de las claves para conseguir un consumo inteligente es poner atención en la etiqueta energética del dispositivo, ya que “hay aparatos que consumen hasta un 60% más de electricidad para el mismo nivel de prestación”, informa el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).

El consumo de aire acondicionado representa una partida importante durante los meses de verano, y es conveniente instalar equipos eficientes que puedan reducir la factura eléctrica durante 15 o 20 años, el tiempo que puede durar un aparato dependiendo de la marca y el uso.

Los metros cuadrados, sin embargo, no son el único indicador para elegir la potencia. Depende mucho de la climatología del lugar, la orientación de la vivienda, su grado de aislamiento y el tipo de acristalado.

2. Cuidado con la temperatura

Un error que solemos cometer es poner el aire acondicionado a una temperatura más baja de la deseada, con el objetivo de enfriar más rápido la estancia. De esta manera, lo único que conseguiremos que suba más rápido el coste de la factura: cada grado menos implica un consumo adicional del 8%, según IDAE.

De acuerdo con el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), la temperatura más adecuada en los hogares durante el verano se sitúa entre los 22 y los 25 grados, con un nivel de humedad que oscile entre el 45% y el 60%; en invierno se recomienda que se rebaje entre 21 y 23 y que la humedad esté entre el 40% y el 50%. Por otro lado, se aconseja que la diferencia entre la temperatura externa y la interior nunca supere los 12 grados, por el choque térmico que podría provocar el pasar de un ambiente a otro.

3. Usa el aparato de manera eficiente

Aunque mantengamos el aire acondicionado encendido durante todo el día, podemos reducir su consumo con unas sencillas prácticas. En primer lugar, debemos cerrar las puertas y las ventanas cuando decidamos ponerlo en funcionamiento, para evitar que el frío se disperse y se vaya por los pasillos o a las habitaciones que utilizamos menos. Asimismo, impediremos que la brisa que desprende nuestro aparato entre en contacto con la corriente tórrida del exterior.

En segundo lugar, hay que dedicar algo de tiempo a la limpieza del equipo. Se aconseja limpiar los filtros split —de pared— un par de veces por temporada. Ver: ¿Qué pasa si no limpio mi aire acondicionado?

También hay que estar pendiente del funcionamiento del aparato: si el aire que desprende no sale tan frío como cuando lo instalamos, puede que haya problemas con el fluido refrigerante. “En este caso habrá que llamar un técnico para que revise el funcionamiento del equipo y restablezca la carga correcta.

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